La Imagen que Marcó un Punto de Inflexión
Esta imagen ocupa un lugar especial en mi memoria. Más que una simple fotografía, marca el comienzo de una nueva etapa en mi viaje, en la que empecé a buscar activamente lugares, a aventurarme más en la naturaleza y a vivir plenamente la experiencia de la exploración.
Fue tomada poco después de que se levantaran las restricciones de movimiento del COVID. Después de meses encerrado en mi apartamento, las ganas de salir al aire libre eran abrumadoras. Recurrí a Google Maps en busca de lugares a una distancia para viaje de un día y me topé con este lugar, a sólo 55 kilómetros. O eso creía.
Resulta que esta fue una de las pocas veces que Google Maps me engañó. Cuando llegué al lugar señalado, algo no encajaba. Afortunadamente, me crucé con unos vecinos de la zona que no sólo me indicaron la dirección correcta, sino que llegaron a llamar a los cuidadores del lugar -que en ese momento estaban haciendo la compra- para avisarles de que estaba de camino. Su amabilidad me causó una profunda impresión y contribuyó al sentido que rodea a esta imagen.
A diferencia de los parques regionales protegidos, donde la circulación se limita a los senderos designados, este lugar -de propiedad privada pero abierto a los visitantes- me ofrecía total libertad para explorar. Los cuidadores me dieron una calurosa bienvenida y me animaron a deambular a mi antojo. Me pareció un privilegio poco común.
Curiosamente, ésta fue la primera imagen que tomé al llegar. Exploré la zona más a fondo y tomé otras composiciones y perspectivas, pero siempre volvía a este fotograma. Me causó una impresión inicial tan fuerte que llegó a representar toda la experiencia para mí.
Hay un consejo muy común en fotografía: "trabaja siempre la escena". Pasea sin tu cámara al principio. Busca distintos puntos de vista. Experimenta con los ángulos y la luz. Y, sin embargo, a veces tu primer instinto -la imagen que te llama inmediatamente- encierra una cierta verdad que no se puede mejorar. Este fue el caso aquí.
Lo que se siente en el momento de capturar una imagen -lo que se ve, lo que se oye, lo que se percibe- deja a menudo una huella indeleble. Se convierte en algo inseparable de la propia fotografía. Y esa conexión, ese hilo emocional entre el momento y la imagen, es lo que hace que ciertas fotografías perduren en la memoria mucho tiempo después de haber sido tomadas.
Envuelta en una suave bruma de montaña, esta cascada desciende suavemente por una serie de escalones cubiertos de musgo, cada uno de ellos acunado por un exuberante follaje verde. La textura sedosa del agua que cae fluye en armonía con la rica vegetación, como si el propio bosque tejiera encajes con la luz y la humedad. Un tranquilo retrato de la serena elegancia de la naturaleza.